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"La adultización de la infancia: Respetar la edad y sus necesidades"

En esta ocasión elegí esta temática ya que, como trabajadora de la educación, me alarma la idea de privar a los niños de una infancia segura, libre de responsabilidades adultas y de cierta información que muestran tanto los medios de comunicación, como el propio mercado, la cual no me parece apropiada para la edad.

La adultización de la infancia es un proceso mediante el cual se intenta generar en el niño conductas adultas con el objetivo de insertarlo en el mercado lo antes posible.

En el siglo XIX el adulto mediaba la información que obtenía el niño a través de la lectura, es decir, elegía qué le ofrecía al niño, intentando de esta manera mantenerlo fuera del alcance de la información que no consideraba apta para su crecimiento. Era el responsable de permitir que acceda a determinados temas, conservando y respetando la madurez del niño.

Gracias al desarrollo de la tecnología, esta responsabilidad fue corrida para dar lugar a los medios de comunicación como principal fuente de acceso al mundo, como por ejemplo la televisión. A partir de la globalización de los dispositivos tecnológicos, el adulto no encuentra la manera de apartar a los niños de dichos temas, que pasan a formar parte de la infancia como si fuera natural que los niños participen de ellos.

Según explica Neil Postman, “la aparición y expansión de los medio electrónicos, específicamente la televisión, modifican los modos graduales en que los niños acceden a la información, al conocimiento y, en definitiva, al mundo adulto”.

Una de las principales causas de esta problemática es el avance del mercado sobre la vida de los niños, promoviéndolos como nuevos consumidores y dejando a los adultos simplemente como proveedores. A su vez esto hace que aparezca una infantilización del adulto. Es decir que ya no es un mediador de la información que le llega al niño, por lo cual, se ve con menores responsabilidades en la educación. Esto significa que ya no debe cumplir con ese rol que anteriormente tenía en la vida de los niños y permitiéndose más tiempo de juventud, en muchos casos exigida por la sociedad, porque delega su papel en los medios.

Además, el adulto pasa a imponer al niño un lugar en la sociedad que puede ser el que él mismo quisiera ocupar, pero por la edad o diferentes motivos no puede hacerlo, con lo cual el pequeño se ve cumpliendo ese rol que no le corresponde y que no es sano para su crecimiento.

Un ejemplo claro es el de los concursos de belleza para niños/as, donde se puede apreciar que el adulto vive a través del infante trasladando sus sueños o deseos en los más pequeños, sin preguntar si ellos realmente quieren o si se sienten obligados a realizar determinadas acciones o conductas.

También cabe aclarar que muchas veces exponerlos de esta manera puede ser perjudicial para su salud. De la misma manera podemos hablar del caso de la industria textil, que busca niños modernos, vistiéndolos con prendas no apropiadas, por ejemplo, zapatos con tacos, que puede generar serios trastornos en el desarrollo muscular y óseo de las niñas pequeñas.

Todo esto se intensifica y se expande con la acción de los medios de comunicación, sobre todo, de la televisión e internet.

Como educadora, noto quelos niños de hoy no tienen tiempo para ser niños. Es decir, tanto en la escuela como en la familia presionamos al infante con demasiadas cargas, ya sean disciplinas o actividades extracurriculares y no permitimos, inconscientemente quizás, que jueguen libremente.

Esto hace que se asemeje a la vida adulta, con ciertas preocupaciones y falta de tiempo. Muchas veces esperamos que sean mejores en todas las instancias propuestas sin pensar en su propio interés por realizarlas ni en el daño, tanto psicológico como físico, que puede causarles.

Es nuestro deber entonces asegurarles un espacio en el que puedan, justamente, ser niños. Para eso debemos tener siempre presente cuáles son sus intereses, sus posibilidades y sus necesidades, brindarles un lugar donde puedan jugar y no necesiten responder a las exigencias de los adultos, y sobre todo, haciendo cumplir su derecho a la educación.