Quizás como titular de este post sea más llamativo hablar de un día concreto en el que nació el amor por la enseñanza, pero a decir verdad, no fue asi. Fue un pasado entero que comenzó tan temprano como llega el dia en que escuchas por primera vez algo que no conocías de un modo tan intrínseco que te acompaña por tantos, tantos años hasta la actualidad. El caso es que a lo largo de mi vida han variado de formas y colores las fantasías sobre una profesión a la que dedicarse, pero la vocación (que es otra cosa) me acompaño desde siempre.
Increíblemente entre tantos recuerdos difusos solemos acordarnos de aquella primera maestra del cole a la que quisimos infinitamente. Llegan luego esas experiencias en las que el recorrido con subibajas , llanuras, climax y desenlaces representan momentos inolvidables de la adolescencia ; las frases celebres del profesor de fotografía, el joven maestro de teatro con la indicación justa en el momento justo para que una escena teatral se vuelva grandiosa, los paralelismos encontrados del profesor de pintura entre un cuadro y la vida misma, la canción perfecta ofrecida por la profesora de canto para desarrollar un aspecto concreto de mi voz.
Gran responsabilidad han tenido todos ellos y ellas en el fomentar el deseo de enseñar. Dejaron la marca de sus conocimientos en mi fuero interno, la magia de las palabras sabias y precisas, la mano que se extiende para acompañar con cuidado, con amor y con exactitud el proceso que cada persona en su niñez, adolescencia y adultez tiene en el camino de un aprendizaje, en el área que fuera.
En respuesta agradecida por aquellas herramientas que ellas y ellos, mis maestr@s, me dieron, supe con certeza que deseaba volcarme de ese mismo modo a la enseñanza, compartir mis vivencias y conocimientos, abrazar el recorrido artesanal de construir algo nueva interna y exteriormente, algo que nos haga feliz, algo que queramos y deseamos descubrir y mejorar.
Entonces un día te descubres del otro lado; un grupo de niños ávidos de juego, una joven o un joven desenado crecer, adultos y mayores evocando su deseo aquel que nunca llevaron a cabo, cantar, conocer su cuerpo de otro modo, vencer los miedos y la vergüenza envolverse en el placer de expresar con el increíble instrumento que nos acompaña desde aquel primer llanto al nacer, la voz.
Hoy me toca a mí dar algo de lo que recibí. Y cierto es que como profesora sigo siendo alumna, porque enseñar es aprender cada día, esto también es parte de la felicidad que regala transmitir y educar. Crecer haciendo crecer.
Brindo por el amor a enseñar y por quienes se entregan a esta experiencia llena de amor. Sigamos aprendiendo y cantando, Salud!